La figura de los consejeros de las sociedades mercantiles se ha ido profesionalizando, exigiéndoles, cada vez más, una capacitación precisa ante la importante labor que desarrollan. Ello se debe a que las sucesivas reformas de la normativa española han venido incrementando su responsabilidad.
Así, no sólo se les atribuye, como facultad, la supervisión de riesgos y la aprobación de operaciones con gran trascendencia, sino que constituye un deber, propio, y de vigilancia sobre los gestores de la entidad.
Ellos son la última instancia a la que le corresponde el diseño de la estrategia social, siendo sus autores ideales o intelectuales.
Para cumplir con su función han de dotarse de una especial formación, para lo cual resulta esencial la certificación como consejero de sociedades mercantiles. Es la forma de acreditar ante el mercado que se cuenta con la capacitación necesaria y la forma de diferenciarse frente otros profesionales.